CARTA AL CONSEJO SOCIAL

A la atención del Consejo Social de la Universidad de Oviedo

Estimados señores,

Acudo a ustedes para solicitar su intervención en el tema de mi impugnación presentada a la propuesta de candidato a la plaza de Catedrático en Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación, emanada de un concurso público iniciado el pasado 24 de enero.

Aunque la impugnación presentada trata sobre el tema del concurso en sí, me permito recordarles que este concurso ya vino alterado por el intento de cambiar el perfil publicado en el BOE. En la presente, pues, les hago llegar mis consideraciones sobre ambas irregularidades: el perfil de la plaza y el desarrollo del concurso.

Reciban un saludo, en Barcelona, a 26 de febrero de 2001

Guillem Bou Bauzá

 

1. El cambio de perfil de la plaza objeto del concurso

En relación a este tema, les adjunto copia de la carta que hice llegar al rector en su día, antes de la celebración del concurso. En ella se exponen los hechos y, después de su lectura, alguien podría pensar que miento o exagero, es decir, podrían pensar que todo son manías o imaginaciones de un concursante. Sin embargo, limítense a reflexionar sobre las cinco consideraciones siguientes:

Primera. En el diario La Nueva España del 11 de enero de 2001, el rector de la Universidad de Oviedo negaba que existiera ningún documento con la alteración del perfil. Sus declaraciones textuales eran:

"no se ha detectado ninguna irregularidad en la convocatoria de dicha plaza" y "nadie, absolutamente nadie, se pudo dirigir oficialmente en nombre de la Universidad al profesor Guillem Bou Bauzá".

Sin embargo, podrán comprobar que la carta de la Universidad de Oviedo que recibí yo lleva todos los sellos oficiales, la firma el antiguo vicerrector Julio Bueno de las Heras y en ella se lee claramente que el perfil del concurso es otro.

Es evidente el rector fue mal informado, ya fuera fruto de la celeridad en la respuesta o bien intencionadamente. Debido a ello, en el mismo diario, en fecha 18 de enero de 2001, el vicerrector Miguel Ángel Comendador debía salir al paso para rectificar y admitir que sí existe un documento irregular y que es absolutamente cierto que yo, al igual que los otros concursantes, recibí una convocatoria con el perfil que no era el del BOE.

La información que recibió el vicerrector tampoco fue de una calidad o un rigor dignos de confianza, ya que lo sucedido se atribuía a un simple "error de trascripción" (literal de la noticia de La Nueva España).

Ahora bien, es obvio que no se puede transcribir lo que no existe. Es decir, si en el BOE se lee textualmente "Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación", de dónde se toma el texto que hace que se transcriba "Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación - Especialidad Educación Especial"? En toda la convocatoria del BOE no figura en ningún sitio el texto ("Especialidad Educación Especial"). Nunca en una universidad española se ha cometido jamás un error consistente en que un funcionario se invente subperfiles a los perfiles de plazas.

Por otra parte, en todo este juego de declaraciones, creo que ha habido mucho confusión y tampoco se ha asesorado al equipo rectoral adecuadamente, a juzgar por el texto siguiente publicado el mismo día:

"Comendador insiste en que no se puede hablar de cambio de perfil, ya que lo que importa es lo que se publica en el BOE y en este medio no se modificó nada"

Todos ustedes saben que cualquier documento oficial remitido por la Universidad es válido. Y saben que la ley, que está escrita en el mismo BOE, establece que los concursantes recibirán una carta notificándoles si están admitidos para el concurso con un determinado perfil. En definitiva: es el propio BOE el que da validez a la carta que remite la Universidad; además, para esto la firma el vicerrector ¿o no?

Yo no sé en qué estima tendrán ustedes su universidad y su proyección social, pero lo que es evidente es que el equipo que la dirige no puede estar sometido de forma tan natural a un desbarajuste semejante, que le obliga a desmentir, luego a reconocer, luego a matizar, para acabar enunciando frases normativamente contradictorias o, como mínimo, de difícil solidez legal.

Tercera. Respecto al cambio de perfil hay que considerar que, para participar en el concurso, cada concursante debe presentar un proyecto docente (un trabajo de unas 500 páginas redactado por él en el que explica cómo concibe la asignatura). Es muy diferente, pues, realizar un proyecto docente de Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación que de Nuevas Tecnologías en la Educación Especial.

Hablando a grosso modo, la primera asignatura, Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación consiste en el uso de la tecnología para el aprendizaje aplicada a todos los tipos de maestros. La segunda, Nuevas Tecnologías en la Educación Especial trata de las adaptaciones tecnológicas para la gente con necesidades especiales (normalmente minusvalías físicas o psíquicas).

Por añadidura, la valoración de los currículums de los participantes en el concurso es muy diferente si se orienta a una o a otra asignatura. Por ejemplo, la tesis de la señora Pascual Sevillano, que ahora bien poco es puntuable ya que no trata sobre las Nuevas Tecnologías, pasaría a ser puntuable puesto que trata sobre Educación Especial.

En definitiva, la candidata de la casa realizó una tesis que nada tiene que ver con las Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación. Este punto lo pueden comprobar en la base de datos Teseo que está disponible para su consulta en Internet. Moléstense en realizarla y verán que no hay ningún descriptor ni ninguna palabra del resumen de la tesis relacionada con las Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación.

Cuarta. En todo este contexto, el señor Peña, director del departamento, se apresura a declarar en el mismo diario, en fecha 11 de enero de 2001, que al señor Bou "no lo conocen ni saben de su existencia".

Esta afirmación es absolutamente falsa, ya que en el año 2000 denuncié un fraude relacionado con unos congresos de educación y se publicó en el periódico El País de 23 de octubre. Para demostrar el fraude, recurrí a un articulo del doctor Pérez Pérez, lo cual motivó que en la Universidad de Oviedo se colgaran carteles con la noticia, que se hablase de ello entre pasillos y que el propio Pérez Pérez se molestara en averiguar el número de teléfono de mi trabajo para llamarme y pedirme explicaciones.

Cabe concluir que, o bien el señor Peña no trabaja en el departamento más que en presencia inerte, con lo cual no se entera de lo que sucede, o bien cometió un error criminológico elemental: el distanciamiento del hecho irregular. Es decir, la declaración del señor Peña es comparable a la del camello que siempre declara que "no conoce de nada" al cliente que le ha denunciado por venta de droga. Les puedo asegurar que me conocían bastante bien antes de presentarme al concurso y que habían recopilado información para averiguar cómo era mi currículum en Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación y si podía suponer un problema para su intención de nombrar catedrática a la candidata de la casa.

Con esta observación pretendo mostrarles que en este tema del cambio de perfil se ha desatado una cadena de mentiras sobre mentiras y la de Peña es una más.

Quinta. De las consideraciones anteriores, quedan las muchas preguntas en el aire: ¿Quién informa al rector en primera instancia diciéndole que no hay ninguna irregularidad? ¿Quién ordena al funcionario que escribe la carta que cambie el perfil? ¿Quién informa al vicerrector que fue un "error de trascripción" cuando es imposible que sea así?

Si ustedes, el Consejo Social, quiere llegar al fondo de todo esto, tiene que realizar una investigación seria. La primera etapa, por ejemplo, pasaría por pedir listados de llamadas telefónicas hechas desde la Universidad de Oviedo o de los domicilios o teléfonos móviles de algunos profesores, se sorprenderían de las intensas relaciones Oviedo-Barcelona en vísperas del concurso y meses antes de su convocatoria. La segunda etapa consistiría en revisar las actas del consejo de departamento, en las cuales se refleja que se intentó ya una vez colar el perfil Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación - Educación Especial al vicerrectorado, tal como reconoció el profesor Raimundo Olano cuando yo se lo pregunté en la realización del concurso, ante los asistentes como testigos. La tercera etapa consistiría en acceder a los funcionarios que trascriben los documentos y averiguar quién motivó los cambios. Una cuarta etapa consistiría en hablar con los profesores del departamento y descubrirían hechos asombrosos, como que quién me presionó tuvo el atrevimiento de llamar a un profesor del departamento para que estuviera tranquilo y asegurarle que yo no me presentaría a concurso (no hace falta decir, pues, que este profesor sabe el nombre del "enviado" y dependemos de su honradez para revelárnoslo; yo no pienso decir nada si no es él quién lo dice antes ).

Ahora bien, todo este trabajo pueden ahorrárselo si no piensan de verdad llegar al fondo del asunto. Es decir, no hace falta que realicen tanta movilización si, al final, los argumentos van a ser los mismos. Ya saben que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y aunque muchos miembros del departamento, incluso en círculos cercanos a la candidata de la casa, entre pasillos hayan admitido que el intento de cambiar el perfil fue una chapuza, al final pueden redactar una conclusión evasiva de ésas que nadie cree: "las llamadas son casuales, el cambio de perfil no es importante para el desarrollo del concurso, Pérez Pérez no recuerda nada y los funcionarios del vicerrectorado son unos despistados que trascriben lo que quieren en los documentos oficiales".

Ya les digo, para añadir cinismo al cinismo, prefiero que den esta carta por no recibida.

2. El desarrollo del concurso

Antes de empezar, debo puntualizar que todos los hechos que he relatado en la carta de impugnación, que acompaño anexa a este documento, vienen avalados tanto por los asistentes al concurso público como por un testigo que me acompañó en todo momento durante los días que estuve en Oviedo. Dicho testigo estuvo presente en la reunión que mantuve con el vicerrector Comendador, a la cual se incorporó una funcionaria (no recuerdo el nombre, pero supongo que pertenecía al Gabinete Jurídico). Les invito, pues, a que verifiquen lo que digo con las personas que pueden dar fe y descubrirán incluso matices que yo me he dejado en el tintero.

Por ello, más que remitirme a los hechos, los cuales podrán comprobar que son absolutamente ciertos, quisiera llamar su atención en los aspectos que a continuación les expondré.

Primero. No entiendo cómo puede considerarse incluido en una cultura democrática y en estado de derecho un tribunal de oposición que echa a empujones a la prensa, que impide a una persona filmar su propia imagen, que impide registrar en vídeo un concurso público y que vulnera con su actuación todos los preceptos de la normativa administrativa e incluso constitucional, tal como he expuesto en mi carta de impugnación. Y mucho menos no entiendo cómo puede aparecer en la prensa la foto lamentable de esta universidad cuando se levanta para echar al fotógrafo y que la postura del equipo rectoral, que tan deprisa se apresuró a intervenir en la noticia del cambio de perfil, ahora sea la de guardar el mutismo más absoluto. Si no hay pronunciamiento, por tanto, debemos entender que la Universidad de Oviedo acepta por asentimiento las conductas expuestas.

Segundo. No entiendo cómo un Gabinete Jurídico de una Universidad puede aconsejar a contra ley. Es decir, si hay apartados en nuestras leyes que dejan bien claro que se pueden registrar los actos públicos y que esto no atenta contra la imagen ni el honor, por qué se da a un presidente de comisión de imparcialidad más que dudosa, la coartada de que es la Universidad quien le dice que no debe filmarse el acto. ¿No sabe leer los textos legales el Gabinete Jurídico? ¿No los ha leído? ¿Ha aconsejado sin haberse documentado antes? La verdad, no entiendo cómo la persona que ha resuelto en este sentido puede ocupar el puesto que ocupa en su Universidad.

Tercero. No entiendo cómo un país que se ríe de una presentadora que copia a granel los párrafos de una obra anterior, y que da muestras de indignación en los círculos académicos, puede ahora nombrar catedrático a una persona que copia partes de su proyecto. No entiendo cómo se le puede encubrir con tanto descaro y que la Universidad de Oviedo haya sido incapaz, cuando ya tenía indicios de lo que iba a suceder, de reaccionar con un mínimo de agilidad. la única explicación posible es que la ética profesional, el respeto a la propiedad intelectual y la gravedad del engaño que supone la apropiación del trabajo de otros no preocupa en lo más mínimo a determinadas personas de esta institución.

Cuarto. No entiendo, finalmente, por qué tanto empeño en colocar de catedrático a alguien que comete abundantes faltas de ortografía, como bien apuntó el profesor Molina (miembro del tribunal), que no está maduro para ser catedrático, como señaló Ferreres (miembro del tribunal), que presenta un proyecto con un montón de párrafos copiados, que necesitó de la ayuda constante de un señor sentado en primera fila para realizar su exposición (el cual, a la vista de todos los asistentes, le indicaba cuándo debía pasar la pantalla en power point, cuándo debía entregar unos documentos, etc.) ¿De verdad creen que tienen que ser éstas las características de un catedrático de su universidad? Una vez más el silencio otorga, por lo que no hay más remedio que concluir que la preocupación por la docencia e investigación en su universidad, a juzgar por los hechos, es nula.

No quiero extenderme en más aspectos que bien intuyen ustedes que podrían aparecer al profundizar en la impugnación que he presentado. Creo que la situación es perfectamente clara y puede ser reducida a una cuestión de compromiso con la sociedad y con los estudiantes de su universidad en particular: ¿Quieren ustedes saber realmente lo que sucedió en este concurso y lo que sucede en este departamento de su universidad?

Entiendo, porque es humano, que no quieran saber, que no quieran oír y que piensen que todo esto es desagradable. Hay todo tipo de estudios sobre dinámica de grupos que muestran que a éstos la verdad no les importa, lo que les importa es evitar los malos tragos. la tendencia natural de cada uno de ustedes al leer este texto será de pensar que no va con usted (que hay otro responsable y que usted no puede hacer nada), después intentará evitar la gravedad de lo expuesto (buscará precedentes que le indiquen que en otros ámbitos la corrupción es más grave), también intentarán buscar aquellos fallos o puntos débiles en lo denunciado para desmontar la denuncia (es decir, no van a investigar los hechos, sino a construir las justificaciones), posiblemente logren convencerse de que tienen dudas razonables (a pesar de las pruebas contundentes en contra) para no tomar ninguna medida y, evidentemente, buscarán todo tipo de defectos o tics en el denunciante para conseguir un argumento que le caricaturice y les permita no hacerle caso (es un camorrista académico, utiliza un lenguaje policial, se nota que ha trabajado dos años entre policías, es arrogante, es tozudo...).

No hace falta que se esfuercen en buscar más justificaciones. Pienso yo que hay algo que no puede cambiarse: los hechos expuestos. Aunque yo fuera la persona más miserable del mundo, aunque estuviera absolutamente ido, incluso en este caso, los hechos expuestos no admiten ninguna justificación posible.

Por eso me he puesto en sus manos. He acudido a este Consejo Social para que tome cartas en el asunto y elabore un documento encomiando al rector o a la comisión a pronunciarse sin corporativismos respecto a la impugnación presentada. Me he puesto en sus manos, precisamente, porque ustedes forman parte de un Consejo Social y no pueden dejarse llevar por las reacciones ante las denuncias que tan habitualmente se manifiestan en los grupos (paridos políticos, círculos de amistades, alianzas, corporaciones...). En sus manos está aprovechar la ocasión que tienen ante sí: la de un candidato que no se ha callado ante las amenazas ni las corruptelas en un concurso público y la de la propia gente de la Universidad de Oviedo que, al ver las noticias en prensa, quiso presenciar in situ qué había de cierto en ellas. No tanto por mí, sino por su universidad, por su gente, es necesario que entren a fondo en los temas que les he planteado.

Como cierre, quisiera recordarles una máxima simple: no es escandaloso que se denuncien las cosas, lo escandaloso es que sucedan.